viernes, 10 de enero de 2014

Tener un don

Hay gente que es guapa, hay gente que tiene buen oído musical, cuando era pequeño me quedaba impresionado como Vicente Iniesta era capaz de sacar las canciones con la flauta dulce del colegio, la música de Kung-fu o 'El cóndor pasa', etc. una vez que ellos la escribían a duras penas y después de mucho practicar la tocaba y martirizaba a mis padres con estas canciones, mi padre siempre me decía.... 'estudia, hijo, estudia' ahora entiendo porque, nunca tuve ese don, ni muchos otros, la verdad que todavía no he encontrado cual es el mío.

Esta claro que aparte de los dones que dios nos ha dado, hay que trabajar duro, practicar, entrenar, y como dice un famoso golfista, 'tengo mucha suerte, pero cuanto más practico, más suerte tengo' pero esta claro que si quieres dedicarte al baloncesto, y no eres muy alto, ni muy rápido, ni saltas mucho, te vas a divertir un montón jugando con tus amigos, pero nada más.Hay gente que tiene una simpatía innata, que se expresan genial, que son inteligentes, divertidos, en fin, existen muchísimos dones que te hacen la vida más fácil.

Hay algunas personas que tienen fe, la verdad que no se si alguna vez la tuve, o en que momento la perdí, lo cierto es que ahora no la tengo. Mi madre tenia fe, y con ella lo tenia todo. No necesitaba nada más.
¿Qué se le podía regalar a alguien que lo tiene todo? Lo único que le podías regalar para hacerla feliz, era acompañarla a la Iglesia, era lo que más feliz le hacia, cualquier cosa que le compraras, por bueno que fuera, no era nada comparado con la satisfacción que sentía cuando sus hijos la acompañaban a misa los domingos. Aun así cuando llegaba el momento de la comunión yo me quedaba en el banco mientras mis padres se acercaban al altar para recibir el sacramento de la comunión, el regalo no era completo.
Cuando mis padres cumplieron cincuenta años de casados volvieron a casarse, no se porque, quizás para hacerla feliz, decidí confesarme para poder comulgar,  y le conté al párroco todo esto, pues en el fondo no estaba bien. La verdad es que el párroco me sorprendió, pues le pareció bien y me dijo, 'Los caminos del señor son inescrutables'...

Muchas veces reflexiono sobre aquella conversación, y ahora muchos años después de que mis padres nos dejaran, escribo aquí sobre los dones que nos hacen la vida más fácil, pero hay uno, la fe, que lo que hace más fácil es la muerte.

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